34 semanas de embarazo gemelar. Ya estábamos a punto de alcanzar y una de las niñas estaba en cefalica (la llamaremos desde ahora PIN) y otra sentada (PON)...me hablaban de cesárea, de programarla...vamos, todo lo que no quería y había intentado evitar.
En monitores ni una contracción, con lo que pintaba bastante bien para las pequeñas y su desarrollo. Y me daba esperanzas de que pudiera ocurrir un milagro y que PON decidiera girarse, pero parecía casi imposible.
En las ecos todo bien, doppler correcta y crecimiento continuo, aunque las medidas que daban correspondían con 2 semanas menos de gestación. (Yo no me lo creía, la verdad...pensaba que era por la postura o algo porque notaba sus cuerpos perfectamente en la barriga y los sentía largos)
Y así pasaron las semanas...hasta que en una de esas revisiones, la 6 en monitores para ser más exacta, la ginecóloga me dijo...bueno...dime fecha para programar la cesárea.
Se me cayó el mundo. En serio, no exagero. Casi lloro allí en medio.
Elegí una fecha...15 de febrero. Y me vine a casa con una mezcla de sentimientos...mucha rabia, indignación, coraje, nervios, pena...aún no llegaba a sentir alegría. Eso sería mucho más adelante.
Me daba rabia porque sabía que en otro hospital la primera opción habría sido parto, indignación el saber que los profesionales que me iban a atender no optaban por un parto porque no sabían atenderlo con lo cual no eran tan bueno realmente, coraje porque se excusaban en que estaba PON sentada cuando desde la segunda revisión del embarazo ya me avisaron que era cesárea seguro porque compartían placenta y ese NO es motivo para programarla. Nervios porque jamás había pasado por una operacion, no quería rajar mi cuerpo de esa manera. Y pena porque todo el embarazo estuve luchando por un parto vaginal e informándome sobre mis derechos y al final había sido tiempo tirado a la basura.
Pero bueno, tras hablar con mi marido, que con mucha paciencia me escuchó todas mis quejas y comprendió mi indignación -e incluso la compartia- opte por disfrutar esas semanas que quedaban. Disfrutar la barriga, a mi gusanillo, a mi marido y los placeres de la vida. Salimos a comer mucho más y hacíamos muchas más cosas.
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36 semanas de embarazo gemelar |
Así, del tirón...sin anestesia.
Y ahí es cuando empiezo a sentir una felicidad ansiosa...menos de 24h para tenerlas...sentirlas...olerlas...besarlas...mi marido igual, nervioso peruido. Solo pensar que esas cositas que ahora tocábamos através de mi piel en unas horas iban a estar en nuestros brazos era como elevarnos a una nube.
Organizamos la bolsa del hospital -si, no la tenía hecha de 36 semanas...- los documentos necesarios, los días en casa sin mi... y así llego el día!
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